viernes, 3 de julio de 2009

Situación Laboral de la Mujer en el Perú


Según el XI Censo de Población y Vivienda, ejecutado por el INEI, EN EL Perú, del total de peruanos (28 millones 220 mil 764 personas), 13 millones 792 mil 577 son mujeres y 13 millones 626 mil 717 son hombres.

En el caso de la población femenina, la Población en edad para Trabajar (PET) asciende a 10,7 millones de personas, de las cuales 6,7 millones pertenecen a la PEA, es decir, dentro de la PET femenina la tasa de actividad es de 62,8%. Del total de la PEA femenina, el 95,1% corresponde a personas ocupadas, Sin embargo, llama la atención que sólo el 27,1% (1,7 millones) de PEA femenina es asalariada, mientras que, más de dos tercios de ésta corresponde a personas no asalariadas (4,6 millones). El 5% restante corresponde a las mujeres económicamente activas que se encuentran desocupadas (0,3 millones).

Población Económicamente Activa:

Aunque las mujeres tengan una representación en la PET ligeramente mayor que la de los hombres, la tasa de actividad de ellos es mayor (81,1%, versus el 62,8% correspondiente a la población femenina), lo que se evidencia al observar que los hombres representan el 55,4% de la PEA, mientras que las mujeres solamente alcanzan el 44,6%. Esta distribución se mantiene para el caso de la PEA ocupada, donde los hombres obtienen un porcentaje ligeramente mayor (55,7%). En el caso de la PEA desocupada, la proporción correspondiente a las mujeres (51,1%) es ligeramente mayor a la de los hombres (49,9%). Esta situación es concordante con una tasa de desempleo mayor en el caso de las mujeres (4,9%) con respecto a la tasa masculina (3,8%) en el 2006.

Pese a la evolución de la participación femenina en el mercado laboral, aún se encuentra que la tasa de actividad es mayor en los hombres que en las mujeres (81,1% y 62,8%, respectivamente), Es decir, hay una diferencia de 18,3 puntos porcentuales entre ambas tasas de actividad en el año 2006. Se puede adelantar que estas diferencias, se deben a la persistencia de ciertos roles al interior de las familias, en las cuales el hombre trabaja en una actividad remunerada, mientras más de un tercio de las mujeres desempeña roles no remunerados como el cuidado de los hijos.

Subempleo:

Las personas subempleadas son todas aquellas que trabajan en una actividad económica remunerada o no remunerada cuya ocupación no es adecuada cuantitativa y cualitativamente. En el Perú, se consideran dos grupos de subempleo: el subempleo por horas (visible) y el subempleo por ingresos (invisible). En este sentido, si bien las tasas de desempleo no muestran niveles muy altos, es más la cantidad de personas que no se encuentran adecuadamente empleadas. En general, la proporción de mujeres subempleadas es mayor de las que se encuentran adecuadamente empleadas, sin importar el grupo etáreo que se considere. En el caso de los hombres La calificación técnica y profesional de las mujeres es bastante menos que la de los varones, principalmente en los sectores populares o de menos ingresos. Dos tercios de las mujeres que trabajan se ubican en el campo de los servicios y sólo un tercio en la agricultura y la industria, mientras que los hombres se distribuyen de igual manera en los tres sectores.

Respecto al tipo de subempleo, tanto para hombres como para mujeres, el más importante es el subempleo por ingresos, aunque en el caso de las mujeres se observan tasas mayores de subempleo por horas que el observable en el grupo masculino (50% para el caso de los hombres y 53,8% para el caso de las mujeres) En el caso de las mujeres, las actividades que siguen en importancia son el comercio al por menor (22,1%), los servicios comunitarios, sociales y recreativos (11,2%), los restaurantes y hoteles (9%), la industria de bienes de consumo (8,1%) y los hogares (7,7%). Es importante resaltar que, para las mujeres, las actividades relacionadas al servicio al público (comercio al por menor, restaurantes y hoteles, servicios comunitarios, sociales y recreativos y hogar) son importantes y en ellas muestran porcentajes de ocupación mayores a los correspondientes a los hombres. Lo que se evidencia que ellas están en puestos de trabajo de baja calidad.

Ingresos de la PEA ocupada femenina:

Respecto a las brechas que hay entre los ingresos laborales de hombres y mujeres, se puede observar que hay diferencias significativas por sexo en todas las categorías que presenta la estructura de mercado de la economía. La brecha es mayor en las categorías que requieren una mayor calificación como es el trabajo en las empresas de 50 a más trabajadores y en el de profesionales, llegando a ser esta diferencia de 524 Nuevos Soles para el caso de la mediana y gran empresa y de 228 Nuevos Soles en el caso de los profesionales.

Protección social de la mujer:

La mayoría de la PEA ocupada femenina no se encuentra afiliada al sistema privado de pensiones (83,1% de hombres y 90,6% de mujeres), aunque es importante destacar que la proporción de hombres afiliados representa casi el doble que el de las mujeres (17% contra 9,4%).

Mujeres jefas de hogar:

Del 78% total de la PEA las mujeres jefas de hogar son el 22%. El ingreso promedio mensual de los jefes de hogar hombres es significativamente mayor en relación a los jefes de hogar mujeres (S/. 886 al mes versus S/. 495,1 al mes). Es decir que las diferencias por sexo son significativas, y determinan, de algún modo, que un hogar liderado por una mujer tenga en promedio 391 Nuevos Soles de ingresos menos que en el caso de haber sido liderado por un hombre. Dicho de otra forma, un jefe de familia varón gana 1,79 veces el ingreso de una mujer jefe de hogar.

La informalidad del empleo:

Según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, forman parte del sector informal los trabajadores de las empresas de menos de 10 trabajadores, los independientes no calificados, los trabajadores familiares no remunerados (TFNR), y los trabajadores del hogar, por la baja productividad de las actividades que realizan, así como por la ausencia de protección social (afiliación a un seguro de salud, afiliación a un sistema de pensiones, etc.), que las ubica en una situación precaria.
Dada esta definición se ha encontrado que, el ingreso laboral promedio correspondiente al sector formal es bastante mayor en comparación al del sector
informal (más del doble). Sin embargo, en ambos sectores la diferencia entre sexos es significativa, siendo los hombres los que obtienen mayores ingresos, las mujeres son quienes obtienen en promedio 379 Nuevos Soles en el sector informal, siendo este 30% menos del ingreso mínimo vital.

Además según la última investigación de Maria Bastidas Aliaga, “La Trabajadora Informal en el Perú”, la informalidad tiene rostro de mujer. En el Perú más de la mitad de los/las trabajadores/as desarrolla actividades económicas para asegurar sus ingresos y la de sus familias en los diversos sectores de la economía informal. Donde el 51% de los hombres que trabajan lo hacen de manera informal, mientras que el 60% de las mujeres trabajadoras son informales.

Asimismo, el estudio indica que son las trabajadoras de la economía informal las que reciben los salarios más bajos de la PEA; según los resultados de las encuestas realizadas el 79% de las encuestadas percibe un ingreso menor a salario mínimo vital que es de 550 nuevos soles mensuales (180 dólares) de las cuales la mitad gana menos de 250 nuevos soles mensuales (80 dólares), distante del mínimo establecido. También es más acentuada la brecha de salario con respeto a los hombres, lo que muestra el alto nivel de discriminación frente a otros sectores y por género.

Según refiere el estudio, los grupos más numerosos son el de las trabajadoras por cuenta propia (que incluye a las trabajadoras ambulantes y trabajadoras a domicilio), trabajadoras de microempresas, trabajadoras agrícolas temporales (participan de la siembra y de la cosecha), trabajadoras familiares no remuneradas y las trabajadoras del hogar; éstas últimas, son la otra cara de la informalidad, que absorbe a gran cantidad de mujeres, quiénes producto de la migración del campo a la ciudad, han elevado la mano de obra femenina en la capital, pero laboran en pésimas condiciones y sin la protección de algún organismo.

Las iniciativas públicas de apoyo a las mujeres se ha centralizado e incrementado a través de diferentes oficinas y proyectos, especialmente el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, continuando con sus programas sociales de supervivencia, sensibilización y capacitación, pero con escasos avances en el terreno de las actividades empresariales y laborales.

Es lamentable conocer que muchos gobierno locales, sobre todo de las grandes ciudades, han dirigido violentos desalojos de comerciantes informales de las calles, siendo ellas mayormente mujeres, sin crear alternativas rentables en las nuevas ofertas de formalización, agravando la situación de las familias dependientes de esta actividad.

La discriminación de género en el empleo:

Según la OIT, las mujeres constituyen claramente el grupo más numeroso objeto de discriminación. Si bien cada vez más mujeres tienen acceso al mercado de trabajo, aún queda mucho por hacer. Además del "techo de cristal," las "diferencias salariales" entre hombres y mujeres siguen siendo significativas en la mayoría de los países. Asimismo, es más usual encontrar mujeres en los empleos peor pagados y con menores condiciones de seguridad. Además la tasa de desempleo ha sido casi siempre superior para las mujeres.
La discriminación puede producirse en cada etapa del empleo, desde la selección y contratación hasta la formación y la remuneración, y abarca la segregación profesional y el momento de la terminación de la relación de trabajo. Los hombres y las mujeres tienen una tendencia a trabajar en sectores diferentes de la economía y ocupan distintos puestos dentro del mismo grupo profesional. Existe una tendencia a que la mujer sea empleada en una serie más reducida de ocupaciones que el hombre y es más probable que trabaje a tiempo parcial o mediante contratos de corta duración. Debe también afrontar un mayor número de obstáculos para la promoción y el desarrollo de su carrera.

Si bien el desarrollo industrial producido por la exportación ha abierto numerosas ocupaciones a las mujeres, las desigualdades continúan existiendo en términos de salario, jerarquía y promoción. Las pruebas disponibles parecen mostrar que la segregación profesional persiste igualmente en las nuevas áreas de trabajo relacionadas con las tecnologías de la información y la comunicación, que fueron en algún momento aclamadas como una puerta a la igualdad de trato y oportunidades para la mujer.

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